domingo, 17 de mayo de 2020

Lunes, 18 de mayo de 2020 - Infantil 5 años

¡Buenos días!

Comenzamos una nueva semana. 

Como cada lunes empezaremos trabajando Lectoescritura y posteriormente el proyecto "Los Castillos".

En Lectoescritura, cada uno seguirá según su programación.



Proyecto "Los Castillos"

Ficha 18. Cuento: "La estrella de la princesa".




• Escucha el cuento La estrella de la princesa.
• Observa las imágenes del cuento: ¿Qué ocurre en primer lugar? ¿Qué pasa después? ¿Cómo continúa?
• Escribe en las casillas vacías los números del 1 al 4 para ordenar la secuencia del cuento.



Sugerencias para trabajar esta ficha.

• Leemos a los niños y niñas el cuento La estrella de la princesa. Formulamos preguntas para comprobar la comprensión del mismo: ¿De quién habla? ¿Qué le pasa a la princesa? ¿Qué hace el rey? ¿Quién consigue hacer sonreír a la princesa? ¿Cómo lo consigue?
• Explicamos a los niños que todos los cuentos o historias tienen tres partes: una presentación, un nudo y un desenlace. Analizamos y buscamos estas tres partes en el cuento.
• Describimos las escenas de la ficha y leemos el texto con ayuda de un adulto.


Cuento: "La estrella de la princesa".

Hace mucho mucho tiempo, cuando los pájaros tenían dientes, había un castillo en la cima de una montaña desde donde se podían ver todas las tierras que pertenecían al rey que vivía en él.
Un día, el rey celebró un gran banquete y pidió a uno de sus juglares que contara alguna historia para distraer a sus invitados.El juglar cogió el arpa, tocó cuatro notas y empezó a contar una de sus historias favoritas, que empezaba así:
Un cuento os contaré, tan bien como yo sabré…
Y, mientras iba tocando el arpa, de vez en cuando el juglar recitaba un cuento sobre el rey de un castillo que estaba muy preocupado por su hija, la princesa, porque estaba muy triste y nadie sabía cómo alegrarla. Lo intentaron el rey, la reina, los criados del castillo, los soldados, los trovadores, los campesinos… Lo intentaron todos los habitantes del reino, pero sin ningún resultado.
Así que, finalmente, el rey decidió enviar un mensajero a otros reinos para pedir que si había alguien que supiera la forma de alegrar a la princesa, se presentara inmediatamente en el castillo y sería bien recompensado.
Muy pronto llegaron muchas personas al castillo y durante dos días enteros intentaron que sonriera la princesa: un encantador de serpientes, un  titiritero, un bailarín…, pero ninguno de ellos la sacó de su tristeza.
El rey ya empezaba a perder la esperanza cuando, al tercer día, se presentó un caballero muy apuesto llamado El caballero de la armadura oxidada. Muy decidido, compareció ante el rey y su hija y, mientras hacía una reverencia, les dijo:
–Majestad, princesa… Traigo un regalo para vuestra hija que conseguirá que la sonrisa vuelva a lucir en su bella cara.
Al oír estas palabras, la princesa no pudo evitar enrojecer y el rey respondió:
–Adelante, caballero, mostrad el regalo que traéis a mi hija, a ver si es cierto que sois capaz de hacerla sonreír de nuevo. Si lo conseguís, seréis muy bien recompensado: os concederé su mano.
Entonces, el caballero dio un paso adelante en dirección a la princesa y, dulcemente, le dijo:
–Princesa, como ya he dicho, os he traído un regalo. Se trata de una estrella, pero no es una estrella cualquiera. Es una estrella que no ha visto nunca nadie y vos seréis la primera persona que la verá.
La princesa puso cara de sorpresa ante las palabras del caballero y siguió escuchándole con mucha atención.
–Pero para poder enseñaros la estrella –añadió el caballero–, necesito una manzana, un pañuelo y un cuchillo.
La princesa, el rey y su séquito se quedaron boquiabiertos ante lo que pedía el caballero, pero el rey ordenó que se lo trajeran.
Entonces, el caballero cogió la manzana y la cubrió con el pañuelo. Después,  con el cuchillo la cortó en dos trozos por el medio, en sentido horizontal.
Y, a continuación, dijo a la princesa:
–Si ahora destapo la manzana, podréis ver que en su centro aparece una bonita y única estrella, y seréis la primera persona que la verá.
La princesa quedó muy sorprendida y su rostro se iluminó con una sonrisa. Y desde aquel día ya no estuvo nunca más triste, y el brillo de aquella estrella mágica se podía ver en sus ojos.
Y, por supuesto, se casó con el caballero, y vivieron felices y comieron perdices…
Y aquel juglar que había recitado el cuento todavía añadió:
Y todo eso que he contado ha pasado y no ha pasado. Si no ha pasado, es mentira, y si ha pasado, es verdad.


P. García Agulló y M. Rosa Gómez Carrera


¡Muy bien chicos!

¡Hasta mañana!